
Hace unos días, leyendo un libro sobre la Segunda Guerra Mundial, me encontré con la afirmación de que el famoso término "telón de acero" correspondía a Winston Churchill. Como ustedes sabrán, el telón de acero era esa línea imaginaria que dividía parte del mundo en dos bloques enfrentados en casi todos los puntos de vista: política, economía, sociedad, cultura... Un bloque liderado por la URSS y el otro bajo la bandera de EEUU. Ambos militarmente preparados para enfrentarse al otro y en una carrera constante por demostrar su poder. Es decir, el telón de acero dividía el mundo durante la Guerra Fría.
Según lo que describía el libro al que les hacía referencia, Churchill dijo: "Desde Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático, se extendía un telón de acero que dividía en dos el continente".Con esta frase ponía de manifiesto el líder británico la nueva configuración de Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La Unión Soviética atraía a su núcleo a una serie de países e imponía una visión contraria a la que se adoptaría en la parte occidental, cercana a EEUU. Esta frase la pronunció en 1946 en una conferencia. Pero no fue Churchill el primero en hacer uso de este término, sino que fueron sus enemigos en aquella Segunda Guerra Mundial. ¿O tampoco?
Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi, es otro de los candidatos a la paternidad del “telón de acero”, pero parece que no le corresponde, técnicamente, ser el creador de la expresión. En 1917, el escritor ruso Vasili Rozanov escribía lo siguiente: ”Con un ruido, un chasquido y un gruñido, un telón de acero ha descendido sobre la historia rusa.”
Según lo que describía el libro al que les hacía referencia, Churchill dijo: "Desde Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático, se extendía un telón de acero que dividía en dos el continente".Con esta frase ponía de manifiesto el líder británico la nueva configuración de Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La Unión Soviética atraía a su núcleo a una serie de países e imponía una visión contraria a la que se adoptaría en la parte occidental, cercana a EEUU. Esta frase la pronunció en 1946 en una conferencia. Pero no fue Churchill el primero en hacer uso de este término, sino que fueron sus enemigos en aquella Segunda Guerra Mundial. ¿O tampoco?
Joseph Goebbels, ministro de propaganda del régimen nazi, es otro de los candidatos a la paternidad del “telón de acero”, pero parece que no le corresponde, técnicamente, ser el creador de la expresión. En 1917, el escritor ruso Vasili Rozanov escribía lo siguiente: ”Con un ruido, un chasquido y un gruñido, un telón de acero ha descendido sobre la historia rusa.”
El escritor usaba este término para indicar que había aparecido una brecha en el fluir natural de la historia de Rusia con su revolución. A partir de aquí, su utilización en escritos rusos es relativamente común.
Una vez aclarado todo esto, digamos que los tres merecen su reconocimiento en la historia de la expresión. En primer lugar, Rozanov fue el creador y, por lo tanto, como tal ha de ser reconocido. A continuación, siguiendo la línea cronológica, Joseph Goebbels hizo uso del término por primera vez en 1945 con el sentido que tiene actualmente. El dirigente alemán decía que: “Si los alemanes bajan sus armas, los Soviéticos, de acuerdo con el arreglo al que han llegado Roosevelt, Churchill y Stalin, ocuparán todo el este y el sudeste de Europa, así como gran parte del Reich. Una Cortina de Acero (ein eiserner Vorhang) caerá sobre este enorme territorio controlado por la Unión Soviética”. Y por último, Churchill la popularizó y la llevó al lenguaje común. Durante la Guerra Fría, si hubieran pagado a los herederos de Rozanov, que murió en 1919, derechos por el uso de la frase, serían ricos.
Y puestos a repartir el pastel y entregar al César lo que es legítimamente suyo, pondremos en cuarto lugar a Joaquín Sabina, que puso a un torero “al otro lado del telón de acero”.
La división también se hizo patente en dos sistemas militares contrapuestos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (1949) y el Pacto de Varsovia (1955), así como en las alianzas económicas, el Plan Marshall por un lado y el Consejo de Ayuda Mutua Económica por otro. Esta división en dos bloques enfrentados en sus concepciones políticas, militares y económicas dio lugar a la situación conocida como Guerra Fría (la cual se prolongaría hasta fines de la década de 1980).
De hecho, la mayoría de los países al este de la Cortina de Hierro se resignaron a ser satélites de la Unión Soviética, después de que, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, ésta avanzase sobre los restos de la Europa hasta entonces ocupada por los nazis. Esta soberanía limitada o tutelada quedó confirmada por el sofocamiento del levantamiento germano-oriental de 1953, por la fallida revolución húngara de 1956 (que llevó al fusilamiento del líder reformista Imre Nagy en 1958) y por la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 (Primavera de Praga). En particular, después de producida esta última, el gobierno de Leonid Brézhnev elaboró la denominada doctrina que lleva su apellido, según la cual como lo “que afecta a un país socialista afecta al socialismo como un todo”, la URSS se arrogaba el derecho de invadir militarmente cualquier país de su área de influencia en la Europa Oriental. El surgimiento del combativo sindicato polaco Solidarność (“Solidaridad”) en 1980 tendió a confirmar el estado de tensión ideológica interna que se vivía detrás de la también
denominada “Telón de Acero”.
Únicamente la Yugoslavia del mariscal Josip Broz “Tito” y la Albania de Enver Hoxha lograrían, aún teniendo sendos gobiernos marxistas, mantener una relativa independencia de la URSS. Ya en 1948, tan sólo tres años después de finalizar la guerra, Tito rompió con el régimen de Iósif Stalin. A pesar de haber proclamado su neutralidad frente a ambos bloques, el líder yugoslavo mantuvo una forma de gobierno socialista, argumentando que su “marxismo-leninismo era más puro que el soviético”[cita requerida]. Por su parte, el estalinista Hoxha lo hizo a partir de la década de 1960, después de que el por entonces nuevo premier soviético Nikita Jrushchov, a partir de su posteriormente famoso discurso secreto del 25 de febrero de 1956, comenzase a denunciar públicamente los excesos y crímenes cometidos en vida por Stalin. Ante esa nueva situación internacional, después de producido el cisma ideológico chino-soviético, el líder albanés decidió romper con la URSS y tomar partido por la China del entonces dirigente Mao Zedong.
Al oeste de la Cortina de Hierro, Finlandia y Austria mantenían también una política de relativa neutralidad respecto a los bloques, buscando mantener relaciones cordiales con la Unión Soviética. En los medios de comunicación de algunos países occidentales, se acuñó el término de finlandización para describir, en sentido negativo, una política exterior que según dichos medios se acomodaba para servir a los intereses soviéticos.
El 19 de agosto de 1989 se celebró el Picnic Paneuropeo por iniciativa de Hungría, siendo el primer paso para la caída del Telón de Acero. En este evento los húngaros y austríacos obviaron las fronteras soviéticas y se reunieron simbólicamente.
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